Investigación de la Corporación Viso Mutop
Tumaco es la puerta de entrada a un conjunto de 11 municipios del Pacífico nariñense. Allí las comunidades afrodescendientes e indígenas siguen siendo victimizadas por el enfrentamiento que libran facciones del Estado Mayor Central de las FARC EP y de la II Marquetalia, cada una en su propósito de controlar el territorio, imponer sus órdenes sociales, acceder al mar o tener salida a la frontera con Ecuador. A esto se suma la presencia histórica del ELN en algunas zonas del departamento.
Las disputas territoriales se relacionan con el control sobre la minería ilegal de oro; por ejemplo, en el triángulo del Telembí (Barbacoas, Magüí y Roberto Payán) donde el número de familias desplazadas o confinadas ha regresado a las épocas de las antiguas FARC. Los choques entre grupos aumentan y la instalación de minas antipersona también. La crisis humanitaria que intenta ser paliada por organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, no cesa. La contaminación por mercurio y el alto número de dragas y retroexcavadoras (que se mueven a plena luz del día por las carreteras que controla la fuerza pública), tampoco.
La vía de acceso entre Tumaco y Pasto es actualmente terreno bajo dominio de los grupos armados. En los caseríos hay quejas por homicidios, ataques a transportadores, quema de buses, multas constantes por diversos comportamientos y cobros extorsivos a casi todas las actividades económicas. Igualmente, las comunidades denuncian que facciones del EMC han aumentado su presencia a la altura de Ricaurte, con graves repercusiones sobre los Awá, uno de los pueblos indígenas más afectados por el conflicto en los últimos años.
La guerra entre grupos armados se desarrolla a pesar de la crisis que experimenta la pasta base de cocaína. Nariño es actualmente uno de los tres departamentos del país con más coca cultivada para cocaína. Subregiones como Sanquianga, La Cordillera o el Alto Mira siguen adelantando esta actividad, pese a que los cultivadores manifiestan un bajonazo del precio de pasta base o una completa recesión de este mercado, en el cual se tiene que esperar meses para acceder a pagos en efectivo por el producto.
La crisis de precios de la pasta base ocasiona una caída en los ingresos de la mayoría de las familias rurales y un aumento en el desempleo. Se estima, que durante el periodo 2018-2023, se ha generado una sobreproducción, que se asocia a varios factores, entre ellos: i) la no efectiva erradicación de cultivos reportada por los sistemas de información oficiales, según versiones comunitarias, hubo acuerdos para no erradicar; ii) la inadecuada atención de familias y comunidades por parte del programa de sustitución de cultivos, iii) el cambio de gobierno nacional; y iv) la incertidumbre ante la nueva definición de políticas públicas que incluyen la de la paz total.
Actualmente, el Gobierno Nacional persigue los laboratorios y aumenta las interdicciones, por lo que se conoce que muchos actores han optado por instalarse en Ecuador con cultivos y procesamiento. Sin embargo, los cultivos de coca no se van, el régimen de lluvias ayuda a su sostenimiento, la tierra es gratis, la mano de obra abunda y la gasolina (clave para la transformación de la hoja en pasta) es barata, puesto que hay grupos especializados en perforar el tubo del oleoducto transandino y en comercializar este combustible en la región. La pasta base está siendo pagada a menos de la mitad del precio que tuvo en 2019, pero es un producto no perecedero que muchos prefieren producir “para comprar las panelas”, dicen.
En mayo pasado el presidente Gustavo Petro estuvo en el municipio de Olaya Herrera y realizó varios anuncios sobre sus intenciones de apoyar al campesinado cultivador de coca, sin embargo, autoridades locales y liderazgos de organizaciones (consejos comunitarios, asociaciones y resguardos) piden que las instituciones pasen de los discursos a los hechos. En la costa nariñense “casi todos votamos por Petro-Francia” le dijo a Viso Mutop un líder afro, “pero queremos ver actuaciones. Nos prometieron menos violencia y estamos viviendo lo contrario”.
Transcurrido un año de gobierno, a esta región está llegando el programa “Hambre Cero” con dos millones de pesos por familia inscrita en el PNIS; dinero que fue tomado de los recursos que el Estado les prometió desde 2017 y que deben destinarse a proyectos productivos lícitos. La falta de actuación rápida, así como los incumplimientos de las empresas operadoras del programa de sustitución, han llevado a que este año los campesinos hayan realizado al menos 10 bloqueos a la carretera Tumaco-Pasto.
Implementar alternativas productivas sostenibles es un desafío enorme que han tenido todos los gobiernos y que se le dificulta a las comunidades por la falta de integración de la costa con el interior del departamento, la falta de carreteras incide fuertemente, así como la falta de acceso al crédito, los altos costos de los insumos para las actividades agrícolas lícitas y el bajo precio de los productos que tradicionalmente generan las comunidades.
La palma de aceite se ha instalado con cerca de 16.000 hectáreas en el corredor limítrofe con Ecuador, en territorio de Consejos Comunitarios, luego de la quiebra que hubo hace dos décadas ocasionada en unas 35.000 hectáreas que resultaron afectadas por el hongo de pudrición del cogollo y por las mismas aspersiones aéreas con glifosato. El cacao, uno de los mejores del país, está a buen precio pero escasea pues muchas familias salieron de ese renglón para pasarse a la coca antes, y ahora buscan pasarse a palma. Curiosamente, la amapola viene en aumento en la última década, aunque nunca se fue de Nariño; este cultivo se ha convertido en otra fuente de ingresos para agricultores de las partes altas.
La ubicación fronteriza ha convertido además a Tumaco en epicentro del drama de los migrantes; colombianos y ecuatorianos comparten ríos, mar y selvas del litoral, a lo que se suman ahora personas venezolanas y de otras latitudes que buscan pasar desde el sur hacia la zona del Darién. Los servicios de salud son mas ágiles en Ecuador y muchos colombianos los usan, pero para los ecuatorianos es mejor comprar con dólares en el lado colombiano. Varios comerciantes nos dijeron que el dólar ecuatoriano está dinamizando la economía nariñense.
La economía del rebusque es permanente. Para los jóvenes las oportunidades son escasas. Muchas personas que ostentan condición de desplazadas viven de ventas ambulantes y esperan los apoyos de programas como Familias en Acción. El Estado subsidia a muchas familias pero este tipo de programas no logra activar una economía estable en el tiempo.
Tumaco y el Pacífico nariñense aguardan una nueva visita del Presidente Petro con su gabinete. Se espera que sea una jornada de trabajo al estilo de la realizada en La Guajira desde donde se ordenen medidas específicas, concretas y rápidas que contribuyan a superar la violencia, reducir la pobreza, materializar derechos, construir una economía formal sostenible y abrir oportunidades. Esto demanda una Gerencia que con conocimiento sobre el territorio y sobre el aparato institucional, actúe con total pragmatismo para garantizar en el corto plazo, la inyección de recursos de diferentes ministerios, ojalá en concurrencia con las entidades territoriales, los cooperantes internacionales y las organizaciones comunitarias de base.