Por: Darío González Posso, Investigador del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, INDEPAZ.

Bogotá, febrero de 2024.

Es asombroso cómo adornan esta propuesta con un lenguaje ecológico, con ofertas de programas de “desarrollo productivo” y “sostenible”, “ecoturismo” y “gastronomía” para la región y hasta de “investigación científica”.

En un intento de ganarse el respaldo de pobladores, ciudadanos o ambientalistas, se sirven del discurso de la “transición energética”, que se proclama “verde” y anuncian que la construcción de un muelle y el funcionamiento de un radar tendrán lugar en las próximas semanas. Justifican la decisión argumentando que así se evitará que los turistas se bajen de las lanchas “en condiciones terribles” (cita textual de la rueda de prensa ofrecida esta semana en la Presidencia de la República).

Ignorando otros aspectos como el ecocidio, la ausencia de “consulta previa” y la negación de los derechos territoriales de los pueblos étnicos del Litoral Pacífico, los voceros del Gobierno nacional se escudaron en temas, según ellos, de “seguridad”. En la rueda de prensa, repitieron una y otra vez, como justificación, los sofismas de “control del narcotráfico”, de “la pesca ilegal” incluido el “aleteo” de tiburones y hasta hablaron de prevenir el “tráfico ilegal de personas”. Hasta ahora nos enteramos que la isla era utilizada para este terrible flagelo.

Pero la realidad es muy diferente; el Parque Natural Gorgona, con su radar militar y demás obras, no sirve para ninguno de los objetivos argumentados, y ellos lo saben muy bien.

El control de esos delitos y transgresiones se inicia donde se originan, es decir, en tierra. Otra cosa es, por ejemplo, para una incautación de “drogas ilícitas”, que la Armada Nacional escoja una ubicación en el mar. Ya hemos hablado sobre esto en diversos documentos con base en los manuales de la Escuela Superior de Guerra (Véase “Geopolítica y derechos”) .

¿Para qué sirve entonces esta estación y radar militar en Gorgona? ¿Qué nos intentan ocultar?

Nos venden como novedad la tesis de la “independencia” de este proyecto militar en relación con los Estados Unidos. Aseguran que el radar ya no se financiará con dinero de los EEUU, sino del Ministerio colombiano de Defensa. Agregan que la plata de cooperación de los gringos, que venía para el radar militar, se invertirá en los proyectos de reconversión energética, con paneles solares, y de investigación ambiental. Todo al servicio del ecologismo puro. ¡Qué ingeniosos! Cuando esto lo que significa en la práctica es pasar plata de un bolsillo a otro.

Aseguran que es una modesta “estación de guardacostas”, y que además, ésta ya existe, pero que ahora se va a mejorar con habitaciones “dignas”, sin techos de asbesto, sino con paneles solares.

Sin embargo, los verdaderos propósitos detrás de la decisión, siguen ocultos. Sería útil, por ejemplo, preguntarle a la General Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EE. UU., si este cuerpo militar dirigido por ella, renunció a sus planes geopolíticos en el “Corredor Marino Pacífico Tropical Oriental”, con proyección hacia el Caribe, en función del control de la comunicación interoceánica y del extractivismo neocolonial de recursos naturales estratégicos.

¡Qué coincidencia! Según una nota de prensa sobre una reunión en Costa Rica en agosto de 2023, a través de esta General, “el Gobierno estadounidense también mencionó el financiamiento de una estación de guardacostas para apoyar a las patrulleras costeras costarricenses y las operaciones en Limón (puerto sobre el mar Caribe). Richardson anunció que en 2024 se añadirá un nuevo buque a la flota de patrulleras, con un valor de $US 8.5 millones. Asimismo, Costa Rica se unirá a Colombia, Panamá y Ecuador en la protección del Corredor Marino Pacífico Tropical Oriental”, citó la Jefa de Comando Sur.

Que serán apenas 28 infantes de marina en Gorgona, aclaran. Pero no hace falta una tropa numerosa para constituir una base militar naval. La define la función que desempeña, y la función de la Armada colombiana es subordinada a la Fuerza Naval de los EE. UU. No tiene capacidad para más. Según los manuales colombianos de la Escuela Superior de Guerra, su capacidad de acción sería apenas de ámbito policial costero; pero desde allí sirve, o puede servir, a pesar de sus modestas naves, a propósitos de mayor cubrimiento que requieren más recursos y mejores equipos; por supuesto, si se ubica en el marco de una estructura de guerra, en este caso, de uno de los tantos y poderosos comandos militares desplegados por los EE. UU. para ejercer su papel de “policía del mundo” (como definen a los EE. UU. en uno de los manuales de la Escuela Superior de Guerra sobre “estrategia marítima”).

Algo se intuye en la intervención de la ministra de Ambiente cuando afirma que, en otras islas del mencionado corredor del Pacífico, como las de Galápagos en Ecuador y Malpelo en Colombia, ya hay radares. También lo ha dicho sobre Malpelo el Capitán Bermúdez de la Armada Nacional, por lo que se hace entonces necesario verificar. Lo que sí se sabe es que por el área de Yuruparí-Mapelo se pasean, como Pedro por su casa, grandes naves de pesca industrial depredadora, como la flota Seatech del Atún Van Camp’s (Véase: CUESTIÓN PÚBLICA 06/10/2020).

El proyecto militar en Gorgona no es un pequeño proyecto “doméstico” de vocación ecológica. No lo dicen, pero sí lo saben, la Armada Nacional de Colombia, el ministro de Defensa, el ministro de Industria, Comercio y Turismo, la ministra de Ambiente, el director nacional de Parques Naturales, el director de la ANLA (Autoridad Nacional de Licencias Ambientales), presentes en la rueda de prensa, en representación del Gobierno Nacional.

También se desprende de las declaraciones frecuentes de la General Richardson, jefa del Comando Sur de los EE. UU., a cuyos planes e intereses se subordinan las Fuerzas Armadas de Colombia en virtud de alianzas militares con ese Comando y con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), de la cual Colombia es “socio estratégico” desde el gobierno de Juan Manuel Santos.

No queremos alineamientos con ninguna potencia militar del Mundo, solo nos interesa la solidaridad internacional de los pueblos.De todo esto debemos y queremos hablar. Ya lo dijimos en la Audiencia Pública del 13 de marzo de 2023 y lo reiteramos: es hora de fortalecer la acción unitaria contra este proyecto lesivo de un santuario excepcional de flora y fauna, de la soberanía del país y del derecho de los Pueblos ancestrales a decidir sobre sus territorios, espacios de vida. Derechos que el Estado tiene el deber de garantizar.

No es aceptable la llamada “Estación Naval de Guardacostas” en la isla Gorgona; ni con el mejor y más ajustado, si fuera posible, “plan de manejo ambiental”. ¡Lo único realmente procedente, coherente y aceptable es la cancelación de este proyecto militar!